Una lección de la vida
Hace un par de años, la palabra crisis no existía en el vocabulario de José. Era el vicepresidente de una empresa de cables. La empresa se llamaba Sogecable. Era una maquina de hacer dinero, como decía su abuela.
La vida de José era de ensueño. Vivía en un chalet en el Viso. Tenía segunda, y hasta tercera, residencia. Su mujer era caprichosa. Aunque en tiempos como aquellos, a José le daba igual. Tenía un sueldazo. Sus hijos tenían motos. Tenía tres, de 14, 16 y 18 años. A José, además, le gustaba cazar, jugar al golf y correr en el Jarama. Al parecer, sus hobbies eran un poquito caros. A su mujer le encantaba ir a las pasarelas de Milán y de París.
Como decía José:
–Gasto mucho –decía un poco avergonzado–, pero me lo puedo permitir. –Era una frase que le encantaba repetir y siempre que podía, lo hacía.
Las economías del mundo empezaban a dar resultados negativos. Pero a José no le importaba. Parecía que no le iba a afectar. Él era José García y no le iba a pasar nada.
Hasta que pasó. El sector de la construcción cayó en picado. José se asustó, solo un poco al principio, a ver si podía afectarle. Pero transcurrieron dos meses y no pasó nada. Por arte de magia, José parecía vivir en otro mundo. La gente normal gastaba menos. Pero José no. José no veía, o no quería ver, que su sector estaba ligado al de la construcción.
Por fin, la crisis llegó a la casa de José. Ahora él cobraba lo mismo que su secretaria hacía nueve meses. ¡Era increíble! José se hundió un poco. Pero comprendió que debía reducir gastos. Tenía que prescindir de sus hobbies. Su sueldo no podía aguantarlos durante mucho tiempo. Vendió su Jaguar deportivo. Ya no iba a Marbella ni jugaba al golf ni cazaba ni corría en el Jarama.
Pero lo superó todo gracias a una frase que recordaba de su bisabuelo:
–Ante los problemas no te hundas, no conseguirás nada.
Y José le respondió:
–Pero, ¿cómo quieres que lo supere?
Entonces su bisabuelo se puso de pié y dijo:
–Recuerda, tu eres del norte, no seas nenaza, serás la vergüenza de Neguri si sigues así.
José era comprensivo, pero su mujer no. Su mujer no estaba dispuesta a dejar de lado sus cafés a las cinco en el Palace. Ni las pasarelas ni los vestidos a mediada de Savile Rowr. Y le dejó.
Se le olvidó esa oración que les leyeron el día de su boda:
–En la pobreza y en la riqueza.
Una tarde pensando, en el parque del Retiro, ya no podía permitirse el Club de Golf, José recordó la frase de su bisabuelo y se puso manos a la obra. Vendió su casa del Viso, solo para no tener que sacar a sus hijos de su colegio. Ahora, trabajaba 12 horas y cobraba lo mismo que una secretaria. Pero no se venía abajo. Seguía al pié del cañón.
No como su mujer.
Pero un día recibió una carta que decía:
–Debido a la muerte del Presidente, José García será el nuevo Presidente. Acuda el Jueves al hotel Ritz para su nombramiento de…
Desde ese momento todo cambio en José. Todo no. Superó la crisis, su mujer le pidió perdón y ya podía tener su Jaguar y volver a su vida anterior. Pero no. José no cambió. Sus hijos seguían en el mismo colegio. No necesitaba una casa como la del Viso. Ya no quería a su mujer y buscó hobbies más asequibles como… las cartas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario